EL TOPO GIGIO DE MESSI Y LA DIFERENCIA CULTURAL O LA IDENTIDAD LATINOAMERICANA.
- martinmezza
- 22 de fev. de 2023
- 6 min de leitura
Por Martín Mezza.

“El futbol latinoamericano no está tan avanzado como el europeo”, fue la frase que atravesó el cuerpo negro de Kylian Mbappé y después, nuevamente, el atlántico. Esta vieja y espectral idea se las ingenió para alcanzar y dominar los jóvenes y gruesos labios del veloz delantero. De esta forma, supo renovar su presencia y aumentar su potencia en virtud de una existencia hibrida, enigmática e contradictoria.
Pero Mbappé, recurriendo al poder ancestral y a su singular capacidad de gambeta, supo resistir a ese estado de trance – los más viejos recordamos los agudos esfuerzos empleados por el mártir de Chirolita. Su resistencia nos dejó advertir el sello inconfundible de una palabra auténtica, de su verdadera enunciación: futbol. Sí, esa es la palabra clave, la contraseña. Es el significante que el bueno de Mbappé supo colar en el texto colonial que otra vez quería dominarnos: “América Latina no está tan avanzada como Europa” – “Países subdesarrollados”. Futbol, futbol, futbol… Siempre futbol (un homenaje a Quique), fue el pase entre líneas de Kylian.
Gracias a esa clave, la falsedad y los intereses del mensaje colonial se hacían reconocibles. ¿Qué dice Mbappé? ¿Está loco? Tenemos al primer campeón del mundo (Uruguay), a la selección con más títulos (Brasil), somos candidatos a ganar este mundial (Argentina mantenía el mayor invicto entre las selecciones que competían por la copa y Brasil es Brasil) y nos peleamos para ver quien tiene al mejor jugador de todos los tiempos – es sabido que Europa no tiene como sentarse en esa mesa.
¿Qué le pasa a Mbappé? Entendimos todo. Es verdad, también lo hicimos con la misma ambigüedad o ambivalencia con la que se articula el mensaje colonial: “Escuchen, corran la bola, juegan en Francia pero son todos de Angola (…), su vieja nigeriana, su viejo camerunés, pero en el documento, nacionalidad francés”. Sí, desde esa zona de inestabilidad oculta (según Fanón) donde late la inventiva popular argenta, surgía un mensaje capaz de combinar racismo y homofobia con un salmo, con una canturria anticolonial. Reconocíamos la identidad africana en el dominio francés.
Pero la inventiva del pueblo tiene sus enemigos, los de siempre. Algunos sectores de la prensa argentina hacían lo imposible para que esta idea colonial se propague. Sus aliados internacionales colaboraban con artillería pesada. Desde el Norte esclavista se nos dirigía la pregunta acusatoria de porque no teníamos negros en la selección. De esa forma, dicho artículo se contentaba en provocar un debate racial en la Argentina – que es verdad que es absolutamente necesario como impropio en los términos que la ignorancia y arrogancia de la autora lo sugerían. De cualquier manera, a pesar del pase entre líneas de Kylina (futbol), el mensaje continuaba articulándose: “América latina no es tan avanzada como Europa e EEUU”. “Precisan - como nosotros - ser más democráticos, republicanos, e incluir negros en sus selecciones”.
No se precisa de mucho para junar que no se trata ni de una pregunta ni de la promoción de ningún debate racial, sino de la expresión de un cierto extrañamiento. Sería algo así: “¿Pero cómo, nosotros no llevamos esclavos para allá?” “¿Ellos no fueron colonizados por nosotros?” “¿Cómo puede ser que sean todos blancos, incluso más que nosotros?” Manifestación obscena de una envidia miope - cegada por el deseo de pureza - que no sabe, no puede y no quiere reconocer poblaciones afrodescendientes, poblaciones marcadas con trazos africanos e poblaciones indígenas. En definitiva, se trata de la angustia provocada por la inversión de la imagen del sujeto colonial (poscolonial), que presenta “blancos” subdesarrollados/latinoamericanos (Messi e Cia.) y “negros” desarrollados/europeos (Mbappé e Cia). Ellos son nosotros e nosotros somos ellos. Como en la noche de los mascarados de Chico Buarque: ¿Quién sos vos? Adivina, si gustas de mí!

Sobre este enigma, aparentemente enloquecedor, la prensa internacional y los ecos cipayos de siempre plantaban bandera. Nosotros somos respetuosos, buenos ganadores y buenos perdedores. Ellos, los de América Latina, son tramposos, malos perdedores y malos ganadores. “Hombres vulgares incontenibles por el genio”. “Messi es bueno, pero es marcable (vulgar)”. “Peligroso, pero un jugador más”. En definitiva, somos hombres vulgares que podemos, casi que precisamos, ser contenidos por el sistema – táctico – europeo.
“Cuando no tienen la pelota juegan con uno menos”.
No faltaron los periodistas que, manifestando con desparpajo su dislexia en cultura futbolera, lanzaban un interrogante que pretendía ser autorreflexivo, cuando en realidad no pasaba de vendido – en el idioma futbolero. Decían: ¿Cómo los jugadores argentinos se pueden ofender tanto por unas chicanas de los jugadores y del cuerpo técnico holandés (sería Países Bajos) que, en definitiva, son tan latinoamericanas, tan propias de nosotros? Es que nos gusta provocar pero no ser provocados, respondían rápidamente anulando cualquier reflexión. Un poquito más y… Sí, estamos repitiendo los dichos europeos: somos malos ganadores, somos vulgares incontenibles, somos subdesarrollados.
Dicen que el futbol distrae a las masas. Bueno, mientras la pelota iba de un lado para el otro, este era el mensaje que insistía en la prensa.
Esos mismos periodistas y algunos otros desentendidos de la estructura del juego, dieron estatuto de verdad al enunciado holandés que rezaba que sin pelota juagamos con uno menos. En términos futboleros, digo, de estrategia y táctica, es un error imperdonable para quien dice saber de lo que ve todo el santo día. ¿Usted señor periodista, está insinuando que si Messi, justamente Messi, se queda en un rincón de la cancha (no marca), lo dejarían sólo? ¿Qué el otro equipo no lo marcaría en ataque con uno o dos jugadores? ¿No recuerda la famosa anécdota de Maradona con el peruano Reyna (lo marcaba sin pelota y hasta afuera de la cancha)?
No, no la recuerda. Lo reprimió al comprar la enunciación prepotente, brabucona, de este enunciado colonial. Por eso dice que el topo Gigio de Messi es vulgaridad incontenible. Usted, como Van Gaal, no vé, no escucha, aquello que el pueblo vulgar y su Mesías escucharon con relativa facilidad y profundo dolor. Gol, Van Goooooooooooool. Topo Gigio. ¿Escucha(n) ahora? Abra(n) las orejas.
El significante juega y gana siempre.
“Ellos juegan con uno menos…”. En el futbol las matemáticas también aplican y uno menos de once jugadores es igual a 10. Entonces, Van Gaal, y una caterva de comunicadores, escuchen esta vulgaridad que está en el reverso de sus palabras. Nosotros, los subdesarrollados de América Latina, jugamos con diez: con Messi, Maradona, Bochini, Alonso, el negro Palma, el negro Pelé, Ronaldinho, Zico, Franchescoli, Rubén Paz y tantos otros. Esa es nuestra identidad y por eso tenemos los mejores jugadores de todos los tiempos, que siempre fueron número 10.
Pero no. Tantos otros no. Perdón. Falta nombrar a Riquelme. ¿Te acordás Van Gaal? Es ese morochito que despreciastes con las mismas palabras que le dirigistes a Messi. Pero este desprecio no es apenas tuyo, aunque vos lo representas sin reparos. Se trata de una táctica de dominación europea para destruir lo que es una marca incontrastable de nuestra diferencia cultural, de nuestra identidad: la gambeta, la pausa, la creación, en definitiva, el enganche entre los de arriba y los de abajo (movilidad social le decía el peronismo).
Esa táctica casi nos priva de ver una de las mayores expresiones futbolísticas de todos los tiempos. Durante las eliminatorias para el mundial de 1970, el periodista João Saladanha – otra vez el periodismo – asumía la dirección técnica de la selección brasilera. Saldanha quería “modernizar” la selección, lo que significaba “juagar como los europeos”. Por eso, no quería la figura del número 10 y así como Van Gaal les faltaba el respeto. En la época llegó a decir que Pelé estaba miope. El final de la historia es conocido. La rebelión de los jugadores causó que el 17 de marzo, a pocos días para el inicio del mundial, Saldanha, junto a sus ideas europeas de “modernización”, deje el cargo. La identidad latinoamericana fue restablecida con más fuerza que antes, ahora Brasil jugaría con cuatro 10. Jogo bonito! ¿Por acaso, la Scaloneta no recurrió a esa dosis de identidad latinoamericana? Messi, Paredes, De Paul, Mac Allisters. Sí, cuatro diez también.

No se confundan, no sean perezosos, después de todo tienen una pluma en la mano. Ese topo Gigio no es vulgaridad señores comunicadores. El lujo es vulgaridad. Por favor, un poco de amor francés…
Ese topo Gigio es el signo mismo del malentendido cultural que nos cuesta traducir y articular. Es el signo desafiante, resistente, de un Topo Gigio (ratón), de una pulga (Messi), de un morochito (Román), para aquellos empresarios de la colonia que por mirar desde arriba creen en la raza superior. Es la escucha activa, el mensaje invertido de la superioridad que quiso/quiere inventar el hombre vulgar (malo) del lado de acá y el genio (bueno) del lado de allá. Es el enganche, romántico, que no permite que la palabra, la mirada, vaya en una sola dirección.
¿Qué mirá, bobo? Andá pá allá…
No somos tramposos, no somos malos perdedores/ganadores, no somos subdesarrollados.
Ustedes, que son buenos perdedores/ganadores, andan juntando firmas – todo muy republicano – para jugar nuevamente la final.
Con el peludo que le pegamos, ¿en serio quieren jugar de nuevo?
Dicen que en argentina están juntando firmas para que dejen de llorar.
A llorar a la iglesia!
Pd: Recién ahora me doy cuenta que puede ser un mensaje (de)colonial.
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